Madrid
10/04/2018
    

NATURALEZA

Solo recordar Luneda se me ponen mariposas en el estómago y una gran sonrisa en mi interior. Me llegan palabras como emoción, salud, nutrición, alegría, conexión, vida…, y es que nunca mi cuerpo, mente y espíritu estuvieron tan armónicamente alineados como ese verano de 2013 cuando conocí ese hermoso lugar.

Tony, y su gran sabiduría sobre senderismo consciente, me enseñó a caminar con todos mis sentidos, a sentir la naturaleza, amarla y, sobre todo, respetarla. Todo ello aderezado por la preciosa presencia de Samantha, quien cuidó de mí en mi estancia, me nutrió y me acompañó discretamente, incluso en los silencios.

Esa casa es especial por su abundancia: agua, alimentos, buena energía y paz, que ayudan al buen descanso tanto nocturno, como diurno.

¡La salud está asegurada! Tanto es así, que he vuelto en varias ocasiones y si no voy más, es porque vivo a más de 500 km. de distancia.

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